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Piero Cassoli.
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ALGUNAS REFLEXIONES EN TORNO A LAS INVESTIGACIONES SOBRE EXPERIENCIAS DE PRE-MUERTE*
Piero Cassoli**
Introducción
Desde hace aproximadamente tres décadas, se ha observado una fenomenología que probablemente existía ya en los inicios de la humanidad, pero a la cual se había dado poco relieve. Entre las personas cuyas vidas entraban en grave peligro, algunas experimentaban una serie de experiencias que llamaremos "vivencias" (por lo tanto, subjetivas), las cuales a menudo ha sido interpretadas como muerte aparente por la suspensión temporal de los signos vitales, por ejemplo, actividad cardíaca, respiratoria, pérdida de la conciencia y de los reflejos.
Estos fenómenos han inducido a pensar a menudo, incautamente, que el sujeto ha estado muerto, que ha habido un contacto con el más allá y ha retornado para confesar su maravillosa experiencia. Se ha interpretado el retorno como si alguien del más allá lo hubiese devuelto, o porque no era su hora, o porque un eventual mensajero de la muerte se habría equivocado de fecha.
El poco relieve que hasta hace pocos años se ha dado a este fenómeno se puede atribuir probablemente al miedo a la muerte, a la tentativa de suprimir la idea, o aún más, exorcizarla. Recuerdo todavía cuando en los hospitales -hace cuarenta o cincuenta años- el moribundo era aislado, abandonado. ¿Llegará el día en el cuál podamos morir en casa, en nuestra cama, rodeados del afecto y la comprensión de nuestros seres queridos?
La Muerte: un hecho incontestable, único.
Se puede dudar de todo, menos de la muerte. Es un concepto que puede parecer obvio, pero que golpea. Lo he extraído, como gran parte de las cosas que escribiré, de un libro muy importante: EPM, Experiencias de Pre-muerte de Aureliano Pacciolia, psicólogo clínico y teólogo. Una nota siempre interesante: lo que se recaudó por este libro fue devuelto a beneficiencia. El autor ha hecho la promesa de hacer un poco de orden en el vasto material, a menudo anecdótico, que se ha publicado desde los años setenta en adelante.
Antes que nada, una definición: "Por EPM -escribe el autor- se entiende lo vivido por aquellos que han experimentado esos procesos, generalmente irreversibles, que a menudo preceden a la muerte clínica." Las causas podían ser muy variadas: traumáticas, infectivas, degenerativas, tentativas de suicidio. Las vivencias, a que nos hemos referido, son las siguientes:
- Una sensación de bienestar y de paz.
- Estar dentro o moverse velozmente dentro de un túnel.
- Una percepción de luz y/o de paisajes luminosos acompañada de una sensación de alegría.
- Una visión panorámica de la propia vida.
- Una experiencia extracorpórea, que se describe al OBE (out of body experience).
- Encuentro con una o más personas, difuntos (salvadores espirituales, como los llama Moody.)
- Visiones precognitivas.
- Deseo de no retornar al propio cuerpo.
- La sensación de que hay una línea de frontera infranqueable.
- Un cambio dramático de actitud, con un percepción de conocimiento, total y unificador, una intensa espiritualidad, una relación serena con la muerte y de amor hacia el prójimo.
- Fenómenos olfativos paranormales.
- Capacidad terapéutica.
Cada uno de estos items están tratados, antes o después en el libro de Pacciolla. Este autor presenta, además, una característica por la cual estaremos siempre agradecidos: cada referencia bibliográfica es facil de encontrar al pie de página, con aportes al texto citado.
En cuanto a la historia se refiere, para que ésta sea rica en episodios, el primer testimonio a que nos vamos a referir, es el de William Barrett, docente de física en Dublin, uno de los fundadores de la SPR. Estamos en el año 1926. La esposa de Barrett, especialista en cirugía obstétrica, cuenta que cierta señora, Doris, después de un parto difícil, estaba por morir, cuando imprevistamente se vió como iluminada y dijo ver seres maravillosos en una gran luz. Después dijo que veía al Papa y cerca de él a la hermana Vida. Esta en coma desde hacía 3 semanas, hecho que le había sido ocultado por su delicada salud. Cada uno de los presente le dijo que tenía que permanecer por el bebé, pero ella respondíó que no podía: "Si tu vieras aquello que yo estoy viendo comprenderías que no puedo quedarme."
Elizabeth Kübler Ross junto a una paciente terminal, escuchó numerosos testimonios de ECM.
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En 1937, un docente de anatomía, Geddes, comunica a la Royal Medical Society de Edimburgo, que un amigo suyo -pero después dirá que se trataba de él mismo- había vivido una extraña experiencia cuando se hallaba intoxicado gravemente por una infección entérica: "Me di cuenta de que mi ser se desprendía de mi conciencia... como una nube... podía fijarme en una persona para conocer sus pensamientos... podía estar en cualquier parte del mundo y me enojé cuando me trajeron de nuevo a la vida."
Pero para hacer un exhaustivo análisis clínico efectuado por expertos, debemos llegar hasta 1952, cuando dos psiquiatras, Victor Frankl (creador de la Logoterapía y el Análisis Existencial) y O. Pótzel se refirieron a dos casos de personas que, cayendo de gran altura, revivieron como en un film todo el transcurso de su propia vida.
En los años siguientes fueron varios los investigadores, casi todos médicos, que han dado distintas interpretaciones para explicar esta fenomenología, pero fue necesario llegar a 1970, para que la atención del público se focalice sobre esta investigación. Una doctora americana, Elizabeth Kübler Ross se refiere a centenares de personas que, en estado de pre-agonía o agonia, habían vivido algunas o muchas de estas fases que enumeramos antes.
En 1975, en un Instituto Neuropsiquíatrico de San Francisco, California, efectuó un estudio sobre una particular clase de paciente: los sobrevivientes a una tentativa de suicidio. Podemos anticipar de ésta y de otras investigaciones posteriores que ese tipo de individuos rara vez viven sensaciones de luz y de paz, pero habitualmente cambian inmediatamente la propia actitud hacia la vida y la muerte, o también hacia la religión y la vida espiritual. Parece también que difícilmente vuelven a intentar el suicidio.
Raymond Moody, llama la atención mundial. Una casuistica de 150 casos recogidos en once años de investigaciones trataba de personas que, consideradas muertas, han sido vueltas a la vida. Personas que han estado muy cercanas a la muerte por graves incidentes y que se han restablecido, y personas agonizantes que, antes de morir, han relatado sus vivencias. El libro no ha pretendido ser científico pero terminó siendo un best seller. Moody enumera quince características presentes en sus casos y afirma que cuanto más cercano uno está de la muerte más intensa es la vivencia.
Comienzan los estudios que intentan una sistematización de la ECM y proponen varias interpretaciones. Sobre ésto nos referiremos a continuación. Una de las vivencias sobre las cuales se apoyan los estudiosos es la visión panorámica sobre la propia vida. Los psiquiatras R. Noyes y R. Kletty publicaron 215 casos en 1976, y examinaron varias interpretaciones. Admiten que no todas las vivencias de ECM son explicables, y que ciertamente no hay una teoría única que pueda explicar toda la fenomenología.
El paso del túnel que reportan quienes tuvieron ECMs en el óleo de "El Bosco"
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En 1977, hay otro best seller de Moody, con mayor focalización sobre contenidos místicos y espirituales de las experiencias. Dos parapsicólogos, Karlis Osis y Erlendur Haraldsson, este último profesor de Parapsicología en la Universidad de Reykjavik, publican un libro titulado At the hour of the Death que trae nuevas contribuciones a la investigación. El primero afirma que los datos experimentados son suficientes para decir que el alcohol, los fármacos, las drogas (livianas o pesadas) no producen fenómenos similares a la ECM, más aún, disminuyen o inhiben las vivencias típicas (dato que veremos muy controvertido, al menos, para algunas vivencias). La segunda contribución, que golpea a todos profundamente, es el hecho de que la investigación que ellos han realizado está destinada tanto a casos estadounidenses como a indios. La correlación intercultural ha demostrado -con alguna perplejidad- que la variable religiosa no influía mucho sobre los contenidos de la ECM. Variaban solo las figuras religiosas que aparecían en la ECM: Jesus y los ángeles entre los occidentales, Yama Ray (el Dios de la Muerte) y sus mensajeros entre los orientales.
El poco valor que se ha dado a esta diferencia, a mi personalmente, me parece desconcertante. En 1977, junto a esta casuística, que tiende a evidenciar también, a menudo pero no muy claramente, el fenómeno en su totalidad como una contribución y una visión espiritual de la vida o como una primera desmostración de una distinción de algo en el momento de la muerte, junto a esta casuística aparece un estudio de S. Groff, una de las luminarias en el campo de los alucinógenos, junto a J. Halifax, que ha seguido la propia experiencia con LSD en pacientes terminales afectados por cáncer, y adelantan la hipótesis de que la ECM es una reactivación de los recuerdos del proceso de nacimiento.
En efecto, el LSD reactiva muchos recuerdos supuestamente prenatales y da una subjetiva certeza de haber alcanzado una profunda intuición sobre la naturaleza de la muerte y del morir. Desde los años ochenta en adelante, es muy dificil seguir todo lo que ha sido publicado sobre la ECM. Se destaca, en 1980, el informe de un neuropsiquiatra E.A. Rodin que en el Journal of Nervous and Mental Disease se refiere a una experiencia personal. Durante una investigación quirúrgica tiene una ECM que califica como una "experiencia única". Dice que ha sido uno de los momentos más intensos y felices de su vida. No tengo dudas de que las experiencias publicadas sean reales y que tengan una profunda influencia sobre el significado que se da a la vida y a la muerte."
Me ha turbado cuando he leido que, a pesar de esta experiencia, E. Rodin queda convencido de que se trata de una "psicosis tóxica." El artículo de Rodin tuvo un gran eco en el ambiente científico. Moody, Sabom, Schmaper, Stevenson, Ring intervinieron con interpretaciones estadísticas, pero que difícilmente dejan una impresión fuerte sobre la realidad del fenómeno, sobre su frecuencia aunque varía de un autor a otro, el hecho es que muchas variables examinadas no parecen influir sobre el fenómeno: la edad, la cultura, el trabajo, el lugar de residencia, la religión a la que se pertenece, el tipo de crisis vital que ha afectado al organismo, la privación sensorial, etc.
Greyson y Stevenson concuerdan en que nada puede explicar o reproducir el fenómeno global. Los lectores podrán leer las investigaciones y las observaciones del cardiólogo Sabom (1983). Y llegamos a 1983, año en el cual se viene a saber que también en Malasia, se han recogido casos de ECM y OBE. La fecha de todos modos es histórica, porque George Gallup Jr. funda la Gallup Poll Organization con un sondeo en escala nacional en Estados Unidos, y constata que 8.000.000 de americanos han vivido una ECM. El dato me deja perplejo sobre la posible gran diferencia que puede haber entre una verdadera ECM y una presunta. El caso personal al cual me referiré en el apéndice puede ser paradigmático de esta probable confusión de ideas. Es histórico también, porque el psiquiatra B. Greyson elaboró una NDES (New Death Experience Scale) un cuestionario para explorar las experiencias de pre-muerte, que muchos consideran como "uno de los medios técnicamente más apropiados para un acercamiento científico al problema. Greyson junto con Stevenson (el psiquiatra que ha estudiado tan a fondo también los casos de la llamada reencarnación), realizaron una gran contribución a la ECM desde 1980.
Estoy de acuerdo con Pacciola que considera a la escala insuficiente. Además de lo que propone el profesor Pacciola como ya hicieron también Noyes y Kletti pondría a los sujetos como primera pregunta aquella sobre la conciencia de haber estado o no al límite de la muerte. Además tendría para preguntar a los expertos si no consideran necesario, para que se pueda admitir en el estudio un cierto caso (la famosa prueba de admisibilidad que se adopta para los casos clínicos) que haya habido pérdida de conciencia. No estoy convencido de que, en un caso como el de Heitn (1971) que cayó de 20 metros, quedando consciente y viviendo una visión panorámica de la propia vida, encaje en la casuística.
Raymond Moody, pionero en el estudio de las ECMs.
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De todos modos creo que se debe recordar que si un estudioso realiza una investigación sobre este argumento con conocimientos científicos, no puede no usar este cuestionario. Desde 1985 a 1988, y todavía más adelante, se afirma cierta tendencia a afrontar el estudio de los cambios que el individuo sufre después de una ECM y las capacidades paranormales que se manifiestan. Moody todavía, una vez más, da su entusiasmada contribución y afirma: "En 20 años de intensas interacciones con estos sujetos, no he encontrado uno que luego de una ECM haya tenido una transformación profunda y positiva."
Estamos ya en los años noventa, y en Italia aparecen algunas publicaciones de cierta importancia. Paola Giovetti es la estudiosa que mayormente ha divulgado el conocimiento de la ECM. A. Pacciolla y A. Sodaro han comenzado a interesarse por las ECM. F. Liversiani y E. Tiberi han también contribuido a estos estudios. También han habido discusiones y tesis de grado en cátedras italianas. Pero fue muy notable el desarrollo internacional de esta investigación. A fines de 1977, se constituyó una asociación, la IANDS (International Association for Near Death Studies) que tiene sede en Londres. En el texto de Pacciolla, hay una gran lista de naciones que han fundado asociaciones, que han organizado cursos y congresos. En el norte de Europa, después del primer congreso en Suecia, fue tal el interés que se ha constituido una Asociación de las Naciones Nórdicas (IANDS NORDEN).
El mismo Pacciola ha contribuido con una investigación que se desarrolló entre mayo y febrero de 1990. Los resultados fueron objeto de una tesis de graduación en la Universidad de Padova, donde se aplicó la escala de Greyson. La investigación constaba de 157 sujetos, 89 hombres y 68 mujeres, que en los últimos años fueron internados en la sección de Reanimación del Hospital de Savigliano. En ese lapso de tiempo, 32 personas murieron. De los restantes, 64 personas respondieron a la investigación epistolar, una cosa extraordinaria si se piensa que investigaciones de este tipo, es decir, epistolares, tienen un 20 a 30 por ciento de respuestas. También este dato demuestra el compromiso de estas personas. De las 64 que han respondido, 24 obtuvieron un puntaje en la escala Greyson superior a 7: signo éste de que los 24 pacientes tuvieron una gran probabilidad de ECM.
Las enfermedades que habían provocado la recuperación eran todas gravísimas. Refiriéndonos siempre al test de Greyson, los items que han dado los resultados más interesantes son aquellos que se refieren a las percepciones de una luz brillante y la sensación de haber llegado a un límite, a una barrera más allá de la cual no está permitido pasar. Los items relacionados a lo paranormal han conseguido un modesto resultado, mientras que son importantes, los resultados que se refieren a la esfera trascendental: la sensación de entrar en un mundo ultraterreno.
El autor justamente, tiene alguna duda sobre el valor del test aplicado y se pregunta si han estado comprendidas todas las vivencias que hemos individualizado en el ECM. Estoy plenamente de acuerdo con él. De mi parte creo que la falta en el test de items que pregunten al sujeto sobre los cambios que esa experiencia ha provocado en su vida, en su modo de pensar con respecto al problema de la muerte, es una incomprensible omisión. Incluso habiendo un decimoséptimo item para eventuales observaciones personales, no alcanza.
¿Qué se recoge de este óptimo estudio del profesor Pacciola? Estas vivencias son independientes del sexo, edad, raza, cultura, estado social. También los niños pueden tener una ECM y en el libro se refieren algunas investigaciones en ese sentido. Afirma el autor: "La credibilidad y la genuinidad de la ECM no podrá constituir una demostración del más allá, ni de la existencia del alma, ni de la inmortalidad, ni de la reencarnación (un capítulo del libro está reservado a este embarazoso argumento). Eso que es objeto de fe, no puede ser demostrado científicamente." La posición es un poco "soft", o se acerca a la de mi desaparecido maestro Emilio Servadio, quien decía que estos fenómenos, como tantos otros paranormales, son "flechas indicativas" puestas en nuestro camino. En cada uno de nosotros queda la elección del uso y la interpretación.
Portada del libro de Aureliano Pacciola EPM (Experiencias Próximas a la Muerte)
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Para terminar trataré de sintetizar las interpretaciones que se han ido mencionando. Pacciolla hace una lista de 13. De éstas algunas son dificilmente aceptables, otras si lo son. Por ejemplo, que la vivencia del túnel y la sensación de bienestar sean recuerdos o reminicencias del trauma de nacimiento, cuando no estamos ni siquiera seguros de que el neonato tenga la estructura necesaria para fijar semejantes recuerdos. Me parece difícilmente sostenible. Glenn Roberts y John Owen, distinguen tres tipos de teorías interpretativas: orgánicas, psicológicas y espirituales. Me parece un buen inicio. Como de costumbre, en estos casos agregaría una cuarta categoría: la parapsicológica.
Escribe el autor: "La Escala de Greyson es clínicamente últil para poder diferenciar inequivocamente una ECM de cualquier otro síndrome orgánico cerebral. Las verdaderas pruebas que ha obtenido confirman la alta credibilidad científica. Si el valor a partir del cual, "con mucha probabilidad" se está en presencia de una ECM es 7 , personalmente dudo mucho que con ese valor se pueda excluir un síndrome orgánico. Un síndrome orgánico estaría en la base de las teorías que invocan una descarga anómala de las neuronas en el cuerpo límbico y seguidas de un fuerte estrés. Durante una anoxia, agónica pueden haber signos de una actividad epiléptica en el hipocampo, aumento del bienestar, disminución del juicio crítico, alucinaciones, sin contar que la visión panorámica de la vida hace pensar en el descubrimiento de W. Penfield y P. Perot que han observado que la estimulación eléctrica de ciertos puntos del lóbulo temporal, traían a la memoria imágenes de experiencias olvidadas. Creo que dificilmente un experto en ECM aceptaría estas interpretaciones que pueden sólo explicar algunas manifestaciones y diría la menor parte.
Y llegamos a las hipótesis psicológicas más consistentes. Ya Oskar Pfister, en 1930, amigo y seguidor de Freud, había interpretado a la ECM como un mecanismo de defensa contra la amenaza de muerte. De este modo, el individuo compensa una realidad desagradable con fantasías placenteras. Cuando el individuo se da cuenta de la inutilidad de su lucha, cede el lugar a una impotencia tranquila en la cual el sujeto tiene la sensación de ser un "expectador pasivo". Alguno ha llamado a este estado "despersonalización", pero el término fue usado en este contexto de modo ambiguo, y observa bien Pacciola, que en este campo se necesita una clarificación de términos.
Entre las teorías psicológicas agrada al autor particularmente aquella que apela a los arquetipos de Jung, La ECM podría ser entonces interpretada como un viaje de la conciencia hacia una condición de luminosídad, de mayor conocimiento, en otras palabras como un aporte para el proceso de individuación del sujeto. M. Grosso en 1984, agrega. Así como sucede con los sueños, las fábulas, los mitos, los símbolos a través de los cuales se puede entrever una realidad que trasciende al individuo singular". Personalmente no veo como puede encuadrarse en esta teoría el componente paranormal OBE con el conocimiento de una realidad desconocida) y veo mal puesta también la evolución post-ECM. Por cuanto alguien podría decirme que es apropiamente tal evolución consecuencia de la realización del proceso de individuación de un sujeto.
El autor presenta trece hipótesis interpretativas clínicas, y no tengo nada para exceptuar, pero siguiendo a otros autores pienso que es justo agregar una ultima hipótesis. El paciente, entrado en un profundo estado de conciencia alterada, vive desde el principio sensaciones de bienestar, de luz, de alegría y entra en contacto con una realidad otra que dispara sus facultades paranormales. Recordemos que un porcentaje de los sujetos examinados declaran haber tenido diversas experiencias místicas y paranormales.
Es interesante hacer una panorámica de los autores que han relevado experiencias extracorpóreas. Greyson y Stevenson revelaron que el 75% de su muestra había tenido una OBE. Ring encontró que en su muestra el 37% de los casos experimentaba la separación del propio cuerpo fisico con la posibilidad de observar lo que sucedía en los alrededores, incluyendo también, cosas o hechos que no hubieran sido visibles si la observación hubiese partido del cuerpo mismo.
Gobbard publicó una relación entre dos encuestas que habían involucrado a 1500 personas. De estas, 339 declararon haber tenido una OBE y 33 una ECM. El autor observa: "La confusión de esta investigación es que la ECM tiene características análogas a otras experiencias pero es única sobre todo desde el punto de vista de la separación de la mente del cuerpo, que parece ser el factor clave que tiene mayor influencia en el cambio de creencia." El cardiologo Sabom comenzó con escepticismo, pero sobre 1090 pacientes, que han tenido una crisis casi fatal, con pérdida de conciencia (dato para mí muy importante) el 30% ha tenido una OBE. En 1983, Gallup encuentra que entre sus sujetos, el 28% tuvo una OBE. En 1983, Greyson aplica su cuestionario a 89 casos, donde el 35% reporta una OBE.
En 1989, un parapsicólogo muy conocido, pero de poca credibilidad científica, D. Scott Rogo asevera que para él son dos las características fundamentales, para que se pueda sostener que una vivencia es una ECM: estar realmente cerca de la muerte fisica y percibirse fuera del cuerpo.
En 1990, Paola Giovetti, refiere haber encontrado en su muestra 10 casos de OBE. En 1990, Ownes, Cook y Stevenson en la revista The Lancet, publican una investigación sobre 58 casos: el 68% habla de una OBE. Es interesante que también en la investigación del profesor Pacciolla, los 14 sujetos que en la escala de Greyson han alcanzado valores más alto (más de 10), evidenciaron en su mayoría el item, que se refiere a la "separación del cuerpo."
Por lo tanto, mi conclusión es que de las cuatro clases de interpretaciones -orgánicas, psicológicas, trascendentales o espirituales, parapsicológicas- esta última es la que más satisface mi interés y mi curiosidad, incluso comprendiendo que la preferida del autor es razonable y válida, y siempre admitiendo un poco, aunque con pesar, "que todos los estudiosos concuerdan que la investigación de la ECM no deberá ni podrá nunca servir a dar una respuesta definitiva o científica sobre un problema metafisico, cuya solución corresponde a la propia fe religiosa.
Este libro, fundamental en Italia sobre el tema, contiene otros interesantes capítulos sobre la Tanatología, la Reencarnación, sobre relaciones con la Ufología y un extraordinario exámen estadístico (sólo para iniciados), del profesor J.P. Benzécri y del profesor M. Miravalle, docentes de estadística.
Mientras leía y estudiaba la escala de Greyson, no pude dejar de recordar una experiencia mía vivida a los 18 años, que nunca olvidé, que a menudo he relatado y que siempre consideré importante para mí, pero que nunca había relacionado con la ECM. Aquí está en resumen: A causa de un accidente ciclístico -me había quedado la punta del índice de la mano derecha entre la cadena y el pistón de la bicicleta- había sido internado y operado de urgencia. En aquel entonces, la anestesia era a base de éter. Debo aclarar que en aquellos años estudiaba y era íntimo amigo que hacía grandes investigaciones entre lo filosófico y la psicoanalítico. Yo lo seguía con interés y comenzaba a plantearme aquellos problemas que probablemente me habían inducido después a elegir Medicina y Parapsicología. Y que siguiendo el pensamiento de Victor FrankI, diría que han dado un significado a mí vida. Cuando me desperté de la anestesia, decía: "Lorenzo, he comprendido todo". Pasaron tantos años, pero las imágenes de aquello que ahora considero como un sueño han quedado impresas claramente en mi recuerdo. Me encontraba dentro de un inmenso embudo, una especie de cono al revés y lo descendía (o lo subía), recorriéndolo circularmente, como si hubiese habido una escalera caracol, pero sin los escalones... resbalaba, volaba. Y mientras lo recorría, cada 2 o 3 giros veía caras amigas y afectuosas que decían: "Eso, ahora se despierta y nos ve... eso, ahora vuelve". La atmosfera era amigable, casi alegre y yo sabía que mi salir y mi volver se refería a vidas pasadas. O sea, mientras recorría un determinado giro, me encontraba en un estado particular por el cual veía y "comprendía"; cuando recorría el giro o los giros siguientes volvía" (a la vida terrena?) y la conciencia terminaba. Creo, pero no estoy seguro, de no haber sentido nunca hablar hasta ese momento de reencarnación.
He tomado en consideración este sueño estudiando la escala de Greyson. No lo había pensado jamás antes, no obstante, los numerosísimos libros y artículos leidos sobre el tema. Y según los valores de esta escala, el resultado obtenido es por lo menos 10: es casi con seguridad una ECM. Pero, para mi, ciertamente no lo es. No sabría concebir una ECM sin riesgo de muerte. Creo que deberíamos repensar los límites y motivos de dichas experiencias pre mortales.
* Agradecemos a Brunilde Cassoli su permiso para la publicacion de este breve ensayo en nuestro e-boletin. Traducido originalmente del italiano por Griselda Massa de la revista Quaderni di Parapsicología (1996).
** Piero Cassoli (1918-2005) Fue médico, graduado en 1943, y se dedicó a la parapsicología y la psicoterapia. Se interesó por la parapsicología por su mentor, el psicoanalista italiano Prof Emilio Servadio. Sus estudios estuvieron orientados hacia las curaciones milagrosas, modelos teóricos en parapsicología y los asi llamados "sanadores" (en particular el "toque terapéutico"). Ha sido uno de los fundadores del Centro di Studi Parapsicologici de Bologna desde 1953, y a su muerte, su presidente. Desde 1965 ha sido miembro de la Parapsychological Association. Ha organizado un gran número de cursos de parapsicología, en particular las "Giornate Parapsicologiche Bolognesi", cuyos encuentros están documentados en sus Proceedings. Ha participado en varias convenciones de la PA, entre ellas, en Edinburgo, Reykjavic, Cambridge y Heidelberg. Ha sido editor de la revista Eso y ha escrito para la revista Il Giornale dei Misteri por varios años. Entre sus libros, algunos títulos son Lettere a un Parapsicologo (1973), Il Guaritore (1979), La Parapsicologia (2000, en cooperación con B. Mignani), y Ricerche sulla Pranoterapia e Sui Guaritori: La Pratica e i Risultati Valutati dalla Scienza (1988, en cooperación con G. Iannuzzo).
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